Las chichis de la Kahlo, las de la Watson y las mías.

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Salen los hechos:

1. La Kahlo era físicamente fea (como cachetear a un bebé).

2. La Watson es físicamente bonita.

1. La Kahlo era talentosa en su área.

2. La Watson es talentosa en su área.

1. La Kahlo es, en parte, famosa por su maldita codependencia a un hombre aún más feo que ella (más feo que cachetear a un bebé), mujeriego y panzón, que si bien, también era talentoso, indudablemente es un patán, en otra parte, su arte.

2. La Watson es famosa por su aparición en las películas de Harry Potter, Noé, Las Ventajas de ser Invisible (The Perks of Being a Wallflower), y otras más. Sin codependencia a la vista, ni amores atormentados.

1. La Kahlo se fotografió y autoretrató con las chichis de fuera.

2. La Watson se fotografió con casi todas las chichis de fuera.

1. La Kahlo no es juzgada como traidora al género por enseñar las chichis.

2. La Watson sí es juzgada como traidora al género por enseñar las chichis.

3. Yo no entiendo el doble discurso de la sociedad, pero sobre todas las cosas, de otras mujeres dentro de la sociedad.

 

Entonces, resumiendo:

Si la Kahlo enseña las chichis es un símbolo inequívoco del feminismo.

Si la Watson enseña las chichis es una traidora al feminismo.

Si yo enseño las chichis soy una exhibicionista con necesidad de atención, que por cierto, obviamente, pido a gritos que me toquen sin mi consentimiento, me falten al respeto y me traten como objeto, porque pues eso me pasa por salir encuerada a medio periférico.

Lo más alarmante: Todas las anteriores son observaciones solapadas, expresadas o entendidas como una obviedad por otras mujeres.

Querido lector (y lectora), es en el marco del Día Internacional de la Mujer, que es necesario levantar la voz y pedirte que por amor al cielo, no me felicites, como si tener chichis (que ya acordamos no se pueden enseñar a menos de que tengas bigote y ceja pobladísima) y vagina sea motivo de diferenciador contigo; porque es justo esto lo que peleamos, que nos consideres tus iguales, no somos más débiles, ni más fuertes, tenemos el mismo derecho que tú a enseñar el pezón en la playa (será que con ustedes es bien visto porque tienen bigote y ceja como la Frida) sin ser considerado una provocación a tus bajos instintos reproductivos, tenemos el mismo derecho a estudiar Ingenierías, a ser astronautas, científicas, escritoras y amas de casa que los que nacen con pene, porque todos tenemos derecho a llorar de vez en cuando, a comer sin temor al juicio sobre lo bien que es que un güey se coma 6 hamburguesas (las necesita, es grande y trabaja duro) y lo autodestructiva que soy yo por comerme esas mismas 6 hamburguesas (seguro tiene problemas de autoestima y nadie la quiere, por eso no se cuida), no me felicites porque si quiero uso falda y si no quiero uso pantalones con el tiro hasta las rodillas, no me felicites porque los hombres aun cargan con el estigma de ser el proveedor, el que resuelve, el que las puede todas.

No me felicites, ni a mí, ni a mi hija, ni a mi madre, ni a mis abuelas, ni a mis primas, ni a mis tías, ni a mis amigas, ni a las tuyas. No nos felicites. Mejor dejen en paz a la Watson que enseñó las chichis en Vanity Fair y  estáte seguro, que de existir en las épocas de la Kahlo y se lo hubieran ofrecido, ella también lo hubiera hecho.

Dejen en paz las chichis de todas nosotras, enseñarlas no es una falta a la moral, ni una traición al género, ni un grito de “¡viólame por favor!”, déjennos ser, no nos insultes, no nos chifles, no nos ningunees, no nos hagas menos, no asumas que somos débiles o tontas, no nos abandones ni nos taches de «putas» porque tenemos mayor solvencia económica que tú, no nos obligues a usar la falda del largo que tú consideras moralmente aceptable, no nos mates, mamá: no le enseñes a tus hijos que son más poderosos que tú, y deja de repetirle que ninguna mujer es suficiente para él, deja de postergar el machismo con estereotipos absurdos sobre lo seguro que es andar en la noche si tienes pito y lo peligroso que es conocer el mundo si eres mujer y viajas sola, deja de enseñarle a tus hijas a ser sumisas, a aguantarse, a ser fuertes porque así nos tocó, deja de criticar a la chava que sale en la tele porque subió de peso o porque no quiere tener hijos, deja de ser spoke person para campañas como “ponte un DIU” donde minimizas la responsabilidad de los hombres en las reproducción sexual (coff coff Facundo), deja de sabrosear a la edecán, déjanos andar peludas o desmaquilladas sin que nos taches de fodongas, déjanos elegir sobre nuestro cuerpo, déjanos abortar si queremos, operarnos si queremos, tatuarnos si queremos.

Déjame enseñarle a mi hija que puede andar con falda y si enseña los calzones por estar jugando no pasa nada, deja de acosarla, deja de enseñarle que si no es flaca no es bonita, deja de compararla con princesas de porcelana, déjame regalarle guantes de box y que elija sus tennis de la sección de “niños”, deja que todas las niñas sueñen con ser lo mismo que sus compañeros, déjalas ser aventureras y temerarias, déjalas conquistar este mundo o los recién descubiertos.

Mujer (y hombre); deja de llamarle “puta” a la que hace cosas distintas a ti, a la que disfruta su cuerpo, su sexualidad o simplemente se atreve a hacer lo que tú no, deja de llamarle “puta” a la que llega alto en la chamba, el talento también deja. No nos vuelvas objeto ni trofeo, somos, sentimos y pensamos.

Este día y todos los demás, déjenos en paz, porque como dijo la Watson ¿qué tiene que ver las chichis con esto?

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